Welcome to the Paradise

Bienvenido a mi mundo, antes de todo, avisarte de un par de cosas... Yo no te he llamado, has venido tú porque has querido, así que cuando quieras ya sabes donde está la puerta, vete, pero no me eches nada en cara. No quiero agobios, ni celos, ni preguntas. Quiero estar sin darte explicaciones, ni que tú tengas que dármelas. Si vas a hablarme, dime algo bonito o cállate la puta boca. Tendrás que aguantar el que sea de esas que se duerme en la parte más interesante de la película y que olvida el 14 de febrero. Apréndete que odio el pescado y empreñar a mi hermanos es como un deber para mí. Dicen que soy una chica fuerte, pero cuando lloro lo hago hasta secarme, tengo bastantes problemas, aunque no lo parezca, y todos los que no tenga se encargan de dármelos las matemáticas... Lo dicho, y si tienes que criticarme, criticame, pero flojito...

Es mi adicción...

"Él", pensaréis. Pues, ¿sabéis que? Va a ser que no. Ni él, ni ella, ni tú, ni nadie. Nadie, pero sí algo, una tontería para muchos, un mundo para pocos afortunados. Sí, os estoy hablando del voleibol, ese deporte que tiene una red en medio y no es el tenis, ni el badminton, ni pádel... Nada de raquetas. Brazos, manos, dedos... Adoro el terreno de juego, cada línea que marca el campo, cada campo que he pisado, y los que no. Vivo por jugar, no por ganar ni perder, eso es lo de menos. Simplemente 12 jugadores en el campo y un balón me hacen ser la chica más feliz de este mundo y de los que haya. No pido más, solo poder seguir jugando y no tener que dejarlo nunca.

CATORCE AÑITOS PARA MÍ

Lo mejor de todo: el día de mi cumpleaños, al soplar las velas, pararme a pensar en el deseo, que no me venga ninguno a la cabeza porque ya no necesito nada, ya lo tengo todo. Que me digan "pide un deseo", y yo diga: que todo siga hasta ahora.